El turbo compresor es un
elemento de las que mas averias tiene un coche y una las mas costosas
Prácticamente el 90% de los vehículos que salen al mercado incluyen
turbocompresor para el motor; este sistema de sobrealimentación
permite dar altas prestaciones en lo que a potencia se refiere, sin disparar
consumo y controlando los niveles de contaminación.
Si pensamos en el funcionamiento del turbo de nuestro automóvil,
llegando a superar las doscientas mil revoluciones por minuto en el
giro y expuesto a temperaturas que pueden rondar los mil grados centígrados,
se vuelve más comprensible entender que quede expuesto a sufrir averías que
requieran que sea reemplazado, así como el coste del mismo.
El precio de un turbo para el coche nuevo puede oscilar entre los 800€ y
1.400€.
Por que motivos
puede averiarse el tubo del coche
La mayoría de los problemas que sufre el turbocompresor vienen dados
por fallos de lubricación: exceso, defecto o mala calidad del
aceite; o exceso de carbonilla que obstruye el turbo limitando su
funcionamiento.
Vamos a repasar cuáles son las principales Averias que llevan a la rotura
del turbo del coche por orden de probabilidad de padecerlas, para poder
prevenirlas a tiempo:
- Desgaste
del “carrete del turbo”: debido a la velocidad y temperatura a la
que se somete el eje gira sobre unos casquillos especiales que le permiten
flotar sobre el aceite a presión, ya que un rodamiento no soportaría esa
fuerza de trabajo. Aun así, estos casquillos pueden ir perdiendo
hermeticidad, son el talón de Aquiles de nuestro turbocompresor, ya que
causan fugas de aceite que se filtrará en el sistema de admisión
disparando el consumo de aceite y generando humo azul de escape.
- Holgura
del eje:
Cuando el eje se desequilibra a causa de desgastes por el roce, puede
quebrar los extremos de las palas de la turbina y esos trozos podrían
llegar a los cilindros causando averías aún mayores. Podemos detectar esta
avería si escuchamos ruidos anormales en nuestro turbo.
- Geometría
variable agarrotada: el turbo del motor puede perder el control de la presión de soplado
a causa de un exceso de carbonilla, especialmente si el vehículo es diésel
ya que genera más hollín. Generalmente esto encenderá la luz de fallo
motor del cuadro de mandos y provocará un descenso de la potencia.
- Fallo
de la válvula de descarga: Si se perfora la membrana del pulmón neumático
que acciona el control de presión del turbo, la válvula podrá abrirse,
haciendo que la presión de soplado sea irregular y se active el modo de
emergencia, disminuyendo las prestaciones del turbo.
- Fugas
de presión: los
manguitos y abrazaderas del turbo pueden llegar a aflojarse o agrietarse a
causa de los constantes cambios de presión y el contacto con el lubricante
haciendo descender la potencia y generando “silbidos” más graves que de
costumbre al acelerar.
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